Nu nació para desafiar lo establecido, es por eso que las historias de los que se atreven a cambiar su futuro a través de una revolución personal nos llenan de emoción.
Hoy queremos celebrar a estas personas, que no solo detonan cambios para ellas mismas y su entorno, sino que los viven en primera persona. Ahora es el turno de Saúl Mendoza, un chilango que ha puesto el nombre de México muy en alto y por todo el mundo, al tiempo que abrió la puerta para el deporte paralímpico en nuestro país y que actualmente participa activamente en la rehabilitación de veteranos de guerra a través del deporte y de su propia experiencia de vida.
Una de las historias de todos aquellos que nos motivan a seguir adelante con nuestra misión de liberar a las personas de la complejidad. Después de todo, están ahí afuera, creando cosas increíbles, abriendo el camino y reinventando el futuro.
El deporte como ruta para desafiar lo establecido
“Hablando de pandemias y situaciones llenas de complejidad… Contraje poliomielitis a los 11 meses de edad y perdí la movilidad del tórax hacia abajo. Pero la rehabilitación llegó en muy buen momento, porque pude comenzar mis estudios dentro de una escuela especializada en la Ciudad de México. Orgánicamente la rehabilitación se transformó en deporte y a los 13 años me integré a un equipo de atletismo sobre silla de ruedas.”, comenta.
“Como niño aprendí desde muy temprano, junto a mis padres, a configurar una filosofía donde la frase “no se puede”, no tuviera cabida.”
“Me tuve que enfrentar a barreras físicas, al usar aparatos que facilitarán mi movilidad, a barreras estructurales con la arquitectura de una ciudad poco habilitada para mis necesidades e inclusive a barreras sociales, que en ese entonces, te dejaban saber claramente que, ‘una persona con capacidades diferentes no tenía derecho a integrarse a la sociedad’. El pensar que algo “no se podía”, simplemente no podía estar integrado a mi día a día.“
“Estudié diseño industrial en la Universidad Metropolitana de la Ciudad de México, siendo la adolescencia una etapa llena de complejidad, para mi en particular. En ese momento tenía que hacer algo que me ayudara a encontrar mi potencial entero. La decisión fue sencilla: me quedaba sentado en mi silla mirando por la ventana o me enfrentaba a la vida y aprendía a disfrutarla al cien por ciento.
En aquel entonces, yo vivía cerca del autódromo de la Hnos. Rodríguez y ese lugar se convirtió en un refugio lleno de motivación para ir a entrenar. Entrenaba a diario en espacios rodeados de árboles y llegaba ahí todos los días antes del amanecer. Un día me desperté y ya era campeón nacional; a los 19 años (1987) ya estaba representando a México en los Juegos Panamericanos de Aguadilla, Puerto Rico, y a los 20 años (1988) participé por primera vez en los paralímpicos de Seúl, en Corea.”
“El deporte se convirtió en una forma de vida, pero lo más importante, es que también se convirtió en una manera de romper barreras y desafiar percepciones muy establecidas sobre los alcances que puede tener una persona con discapacidad física.”
Abrir un espacio para el deporte paralímpico
“En 1996 fui a entrenar por seis meses a Estados Unidos, al circuito profesional de entrenamiento en sillas de ruedas, y me pidieron me quedara en el país para seguir corriendo este y otros circuitos a nivel nacional e internacional. Desde entonces vivo en Texas y he participado en cientos de eventos alrededor del mundo; como el maratón de Los Ángeles, del cual resulté ganador 6 veces o el maratón de Londres en el que recuperé también el primer lugar en dos ocasiones. Más de 200 carreras ganadas y participación en 3 Juegos Olímpicos en 25 años.”
“Pero algo que quedó grabado en la mente de muchos fue mi participación en los Juegos Olímpicos del 2000 en Sidney, Australia, donde gané una medalla de oro. Pero el verdadero motivo de celebración fue que a partir de ese momento el deporte paralímpico en México consiguió una mejor plataforma de apoyo y difusión. Un trampolín para posicionar la modalidad paralímpica dentro de la sociedad mexicana.”
Impactar en la vida de quien lo necesita: la presea máxima
“Con el tiempo me di cuenta de que no existían entrenadores especializados en mi variante deportiva, por lo que decidí involucrarme más para apoyar a la sociedad. Comencé a asistir como entrenador voluntario a unidades de las fuerzas especiales y armada estadounidense, donde hasta la fecha, trabajo con veteranos de guerra que regresan a E.U. tras perder miembros o movilidad corporal.
Nunca dimensioné el impacto tan positivo que este voluntariado tendría en mi vida. Compartir mi experiencia y mis conocimientos, ha sido de lo más gratificante que como ser humano se puede tener. Porque se puede contagiar a otros con una nueva actitud de vida y podemos “salir de las cajas” que nosotros mismos construimos. Vivir más allá de nuestros propios límites y hacer que otros también lo hagan.”
“Hay muchos tipos de discapacidad, pero una de las que más afecta, es la que deforma las percepciones sobre nosotros mismos.“
“Al final, creo que todos somos atletas de la vida diaria. Hay que entender que todos tenemos herramientas, y que son las necesarias para desafiar la realidad personal. Cualquiera que sea.”, concluyó.
Como conferencista, Saúl Mendoza entrega en sus pláticas y ponencias estos tres puntos, a su parecer fundamentales, para ayudar a cualquiera a que quiera ir más allá de sus propias limitantes:
- Transformar lo ordinario en algo fuera de serie
- Producir lo máximo con lo mínimo
- Convertir los contratiempos en oportunidades
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