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Obsolescencia programada: ¿por qué las cosas no están hechas para durar?

El nombre suena inusual, pero la obsolescencia programada está más arraigada de lo que creemos en nuestra vida diaria. Descubre este concepto y cómo te afecta.

Un robot triste con una moneda en la mano simboliza la obsolescencia programada

¿Has tenido la sensación de que los productos duraban más en el pasado? ¿Conoces a alguien que tiene un refri o una lavadora de 30 años y el electrodoméstico que compraste el año pasado ya no funciona?

Pues esto es más que una impresión, es un hecho y explica mucho sobre la producción de bienes de consumo en la actualidad. Puede parecer una teoría de la conspiración, pero existe un mecanismo llamado obsolescencia programada que hace que los productos duren menos  y que, además, es intencional.

Todos hemos pasado por ahí: ese producto que siempre usas empieza a verse viejo, medio lento o parece tener algún tipo de defecto. Inmediatamente nos sentimos casi obligados a comprar uno nuevo, ¿no es así? Aquí es donde se ven los efectos de la obsolescencia programada en nuestras vidas.

Cabe señalar que este mecanismo está presente en varios sectores productivos, desde moda, insumos tecnológicos, electrodomésticos, automotriz, etc. A continuación te decimos qué es la obsolescencia programada y cómo afecta nuestro comportamiento de consumo.

¿Qué es la obsolescencia programada?

La obsolescencia programada (o planificada) es un concepto de economía que nació como una estrategia a la hora de producir bienes. Con esta opción de negocio, las empresas programan la vida útil de los productos para que sea más corta de lo que la tecnología permite. Así, los artículos quedan desactualizados en poco tiempo y los clientes se ven obligados a comprarlos nuevamente.

Todo comenzó con los colores de los automóviles, en la década de 1920. En aquella época, Pierre Dupont, de una compañía química que vendía pinturas, se convirtió en socio mayoritario y director ejecutivo de una gran fábrica de automóviles.

Cuando llegó a la empresa, se enfrentó al siguiente problema: las ventas de autos habían caído. Y el motivo de esa caída era que la mayoría de las personas que necesitaba (o tenía condiciones financieras para comprar un automóvil) ya lo había adquirido.

Con modelos más grandes y sencillos y sin grandes avances tecnológicos, los clientes no tenían por qué cambiar de coche, como sucede hoy. Pero fue entonces cuando a Dupont se le ocurrió la idea que cambió el mercado para siempre: hacer autos de distintos colores.

La idea era lanzar una nueva colección de autos de colores cada tres años, aunque no tuvieran muchos avances en diseño y tecnología. Así, los que ya tenían un coche querrían uno nuevo, pero ahora de color.

Uno de los ejecutivos involucrados en esta acción estratégica la llamó obsolescencia dinámica. En 1928, Justus George Frederick propuso el término obsolescencia progresiva para definir la práctica de estimular el consumo mediante cambios estilísticos en los nuevos productos, en lugar de cambios tecnológicos.

Si bien el concepto de obsolescencia programada surgió en la década de los treinta, no fue sino hasta 1954 que se hizo popular.

¿Cuáles son los tipos de obsolescencia programada?

Obsolescencia percibida o perceptiva

Ocurre cuando un producto funciona perfectamente, pero se considera obsoleto porque ya no es la versión más actual. Es exactamente el proceso descrito anteriormente, creado por la industria del automóvil y perpetuado hasta el día de hoy.

Actualmente, la obsolescencia perceptiva, también llamada psicológica, se observa fácilmente en la moda. El sector trabaja por colecciones, lo que hace que prendas que muchas veces están en perfecto estado parezcan obsoletas solo porque parecen de hace muchas temporadas.

Obsolescencia tecnológica

Es el caso de cuando un producto que todavía sirve y cumple con su función es sustituido por otro de tecnología más avanzada, que acaba siendo más eficiente que el anterior y, por consecuencia, vuelve obsoleto el otro modelo.

Esta forma de obsolescencia está justificada en el mercado como una consecuencia casi natural del desarrollo tecnológico. Sin embargo, existen estrategias combinadas de obsolescencia tecnológica y percibida. Se vende la imagen de un producto con lo último en tecnología, cuando de hecho hay poca diferencia entre los modelos nuevos y los anteriores.

Arrojando luz sobre el asunto: la historia del cartel de Phoebus

La obsolescencia planificada no siempre es sutil, como el cambio de elementos visuales que alientan a las personas a comprar por la imagen.

A veces la estrategia se usa desde la creación del producto como una especie de sabotaje, para que funcione menos de lo que podría. Eso induce a un nivel de consumismo que no sería necesario y trae impactos significativos al medio ambiente.

El primer caso conocido de cuándo se usó esta estrategia para hacer que los productos duraran menos sucedió a mediados de los años treinta, con el cartel Phoebus, integrado por las marcas líderes mundiales de focos.

En aquel entonces, las lámparas de tungsteno duraban hasta 2000 horas y eso afectó las ventas a lo largo de los años. Si no se quemaban, la gente ya no necesitaba comprar el producto con frecuencia.

Estas compañías se unieron en un cartel y acordaron reducir la vida útil de las lámparas a 1000 horas, la mitad del tiempo original. Para que esto funcionara, los científicos de la industria desarrollaron estrategias para que los focos duraran menos.

Y la idea funcionó, al final, las ventas aumentaron. Entre 1926 y 1927, antes de la iniciativa, el cartel vendió aproximadamente 355 millones de dólares en focos. Cuatro años más tarde, alrededor de 1930 cuando comenzó la iniciativa, las ventas alcanzaron los 420 millones de dólares.

¿Cuáles son ejemplos de obsolescencia programada?

Si el cartel de Phoebus parece lejano, existen muchos ejemplos actuales de obsolescencia programada.

Varias marcas de smartphones, por ejemplo, tienen demandas en tribunales de todo el mundo, acusadas de prácticas poco éticas y abusivas para obligar a las personas a consumir innecesariamente.

En 2016, por ejemplo, poco después del lanzamiento de una nueva versión de un teléfono inteligente, los propietarios de dispositivos de versiones anteriores comenzaron a quejarse de que, de repente, eran más lentos.

Otro caso muy conocido es el de las impresoras. En 2010, se ordenó a una marca que pagara multas por programar impresoras para mostrar que la carga del cartucho estaba vacía cuando en realidad no lo estaba. Esta marca también fue acusada de mezclar tinta de color y negra sin que los consumidores lo supieran.

En 2017, otras dos marcas del sector -y nuevamente la compañía previamente mencionada- fueron condenadas por los tribunales por los mismos motivos. O sea, la práctica se volvió común también en la competencia y volvió a suceder en la primera empresa.

Hay otras maneras de percibir la obsolescencia programada en la vida cotidiana, además de los momentos en que los electrodomésticos dejan de funcionar. Por ejemplo: cuando no se puede cambiar la batería de un celular porque la pieza no se puede quitar; cuando un equipo que se ha roto cuesta casi tanto como uno nuevo; cuando actualizas el sistema y el equipo falla o se traba; cuando el producto que tienes parece haberse vuelto obsoleto demasiado rápido, etc.

El artículo 80 de la Ley Federal de Protección al Consumidor establece que las empresas que producen bienes y servicios deben asegurarse de que existan refacciones y servicio de reparación durante la vigencia de la garantía y mientras los productos sigan fabricándose y distribuyéndose. Esto protege a los consumidores de que un dispositivo, por ejemplo, tenga que ser reemplazado porque el cliente no puede encontrar piezas de repuesto.

Impactos ambientales de la obsolescencia programada

El costo de la obsolescencia programada no solo daña nuestro bolsillo: hay consecuencias graves en la práctica. Y quizás la principal sea la producción de residuos electrónicos.

Solamente en 2019, se generaron 53.6 millones de toneladas de residuos electrónicos, según Global E-waste Statistics Partnership (GESP). El número es equivalente al peso de 350 cruceros.

Y, según la OMS, ese “tsunami” de residuos electrónicos pone en riesgo la salud de muchas personas. Alrededor de 12.9 millones de mujeres trabajan actualmente en el sector no regulado de los desechos. La exposición a materiales tóxicos, utilizados en la composición de artículos tecnológicos, las pone en riesgo, junto con sus hijos.

También vale la pena señalar que, a pesar de ser ilegal, es común que los países desarrollados envíen en barco toneladas de residuos electrónicos a países más pobres. Ghana, por ejemplo, es un país que se ha convertido en depositario de lo que muchos otros rechazan.

¿Hay formas de protegerse de la obsolescencia programada?

Sí. Nuestros hábitos de consumo son los que hacen que se produzca la mayor parte de este gran engranaje de la obsolescencia programada. Y ser más conscientes, consumir menos y, para algunos, elegir qué marcas comprar, puede ser una opción.

Hoy en día, por ejemplo, existen marcas que trabajan contra la obsolescencia programada y cuyo principal objetivo es crear bienes duraderos.

Un ejemplo de ello es la marca estadounidense Patagonia, de artículos para senderismo y camping. Muestran con orgullo en su publicidad imágenes de clientes con artículos de hace muchos años, con marcas de tiempo e incluso reparaciones.

Otro ejemplo es la marca de teléfonos inteligentes Fairphone, que produce dispositivos solo con partes reutilizadas de otros equipos obtenidos de manera legal y ética. 

A pesar de ser sostenibles, ambas marcas no son accesibles para todos los bolsillos. Sin embargo, a la hora de realizar la compra, todos, independientemente de la clase social, el artículo o la marca, podemos aprender a distinguir la necesidad del deseo y  reflexionar sobre la necesidad real de compra.

Esto, además de hacernos más conscientes, también nos ayudará a evitar compras impulsivas y evitar trampas de marketing. El medio ambiente te lo agradecerá, y tu cartera también.

Este contenido es parte de la misión de Nu para devolver a las personas control sobre sus vidas financieras. ¿Aún no conoces Nu? Obtén más información sobre nuestro servicio y nuestra tarjeta de crédito sin complicaciones, da clic aquí.

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